jueves, 8 de noviembre de 2012

Crónicas de ConDon-Rico 3: Frente a las Rejas

6 20 am.  Cuatro líderes y lideresas de la Alianza VIH Bogotá, con jeans ligeros, buzos y chalecos azules rotulados, llegan a la entrada norte de la Cárcel la Picota, sobre la Avenida Caracas, en la localidad de Usme, Bogotá. Es una mañana gris, hace mucho frío y las calles del suroriente de la ciudad están desoladas.


Esta cárcel se ubica entre la estación Molinos y el portal Usme. Allí, en la mitad de estos dos puntos, se encuentra una pequeña escuela primaria, conformada por 3 edificios de un solo piso cada uno. Detrás de esta se ubica La Picota, rodeada por unos pastales muy amplios, que están cercados y electrificados; en la periferia del instituto penitenciario se ubican las torres de vigilancia.


¿CÓMO INGRESAR A LA CÁRCEL?

Acceder allí se puede realizar de dos maneras, según convenga. La entrada norte lleva al pabellón de los presos políticos y de grupos armados. Por la entrada sur uno se dirige al pabellón de alta seguridad, que es más moderno, pero igualmente pequeño. El ingreso por las dos entradas es diferente, aunque los dos caminos terminan cruzándose, pues llevan hacia el mismo lugar y juntos tienen una serie de rejas, que se convierten en puestos de control donde se revisa qué van a ingresar las mujeres, o se les sella el brazo para saber el orden de llegada.  

Por la entrada norte hay unas casetas ubicadas sobre la Av. Caracas, más o menos son 5 cubos de lata, grandes, donde se ofrecen diferentes productos entre ellos el retiro de los taches de metal de las prendas de vestir, pues el lector de metales de las entradas de los pabellones no deja ingresar ningún elementos (ni siquiera las copas de los brasieres) que tengan el mínimo contenido de metal. Muchas de ellas tapan los taches con cinta de enmascarar blanca, pero en ocasiones esta artimaña falla. 

También se ofrece el servicio de guarda ropa/objetos para quienes han traído más cosas de las que debían, pues muchas mujeres se arreglan antes de ingresar a la cárcel para verse más bellas. Esto consiste en alisarse el pelo con planchas y secadores, además de realizar algunos peinados para quedar relucientes. Llevan ropa de cambio, y algo de comer mientras se abren las puertas de los pabellones a las 8 am. 


¿PRESERVATIVO, PARA MÍ?

Los líderes y lideresas de la Alianza VIH Bogotá, comenzaron a repartir preservativos en las dos filas realizadas para el ingreso de las visitantes; allí se entrevieron diferentes reacciones en torno a lo que significa para ellas un condón:

-   Las mujeres reciben los preservativos para entregárselos a sus hijos, para que no dejen embarazadas a las chinas. Ellas de alegran porque hablan de este tema con sus hijos de una manera abierta, aunque nunca, según ellas,  referencian en sus conversaciones el tema del VIH.

-      Las mujeres que se creen mayores, aunque físicamente son esbeltas, bellas, con algunas líneas de expresión que dibujan su sabiduría, expresan que ellas están fuera de juego, que ya no tienen actividad sexual y que por ello no aceptan los preservativos. Cuando se les indica que ellas pueden obsequiárselos a hijos e hijas, nietos y nietas, y así contribuir a la cultura de responsabilidad social de sus familiares y/o allegados, asienten con la cabeza y sonríen pues comprenden el bien que pueden llegar a hacer.

-       Otras mujeres, más liberales, piden dos o tres tiras de preservativos adicionales. Según ellas, unas son para usarlas dentro de la cárcel con sus maridos, u hombres a quienes les juraron amor; las tiras restantes son para protegerse por ahí cuando algún galán les tire el ala a estas bellas mujeres. Aunque aquí no se pretende cuestionar moralmente la actitud libertaria de aquellas visitantes, sí se reconoce su conciencia de responsabilidad, para entender que cada acto sexual debe ser una acción segura. 

-      Algunas señoras expresaban con agradecimiento el ofrecimiento de los preservativos pues cuentan ellas: Una aquí escucha muchas cosas, por lo menos, el caso de una muchacha que venía confiada aquí a la visita conyugal, porque estaba su marido. Ella muy juiciosa venía y se acostaba con él. Un día estaba muy pero muy maluca, y cuando le hicieron unos exámenes resultó que tenía VIH. Eso le pasó por confiada. Pues resulta que ella no era la única mujer que venía a visitar a su marido, y ella inocente, sin saber eso. ¡Qué tristeza!

Infortunadamente, entre las mujeres visitantes en este día domingo, aún se referencia el preservativo como un método netamente anticonceptivo, sin verle también como la respuesta a la prevención de muchas infecciones de transmisión sexual, como el VIH. Sin embargo, en términos generales la jornada de entrega de preservativos tuvo muy buena acogida entre estas mujeres que todos los domingos y lunes viven toda una odisea por ingresar a visitar los seres a quienes ellas aman. 


* Las cursivas son testimonios tomados de las mujeres visitantes.

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